Cuando quedo con las chicas en Majadahonda,
tengo que coger un tren en Madrid
que atraviesa
el bosque de El Pardo.
Me apasiona descubrir,
entre encinas y alcornoques
y casi confundidos con el pardo terreno,
decenas de gamos.
Pequeños.
Moteados.
De movimientos suaves.
Transmiten paz.
Lástima que el tren vaya tan rápido.
En nuestra última quedada,
les llevé
a Montse, Marta e Isa
un pequeño bastidor
en el que les he atrapado uno de esos gamos
a cada una.
Junto con su iniicial.
Estos bastidores tienen, como decía mi madre,
el encanto de lo inútil.
Están bordados en punto de cruz sobre una tela rústica,
y en la parte de detrás llevan tela de estrellas, de corazones, de setas...
El modelo proviene de un libro invernal y mágico -
Winter Im Elfenwald
- lleno de habitantes del bosque.
Erizos, pájaros, caracoles...
¡y hadas!
Tengo una tela llena de ellas,
de diminutas hadas,
esperando un próximo proyecto.
Espero poder enseñároslo pronto.
Besos,
Elena